MÉXICO, CANADÁ Y CHINA: EL IMPACTO DE LA SUSPENSIÓN DE ARANCELES

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Autor: María Cerrón

La Casa Blanca anunció el 31 de enero de este año 2025, la imposición de aranceles del 25% a importaciones provenientes de México y Canadá (el 10% para los productos energéticos canadienses) y un 10% a las de China, entrando en vigor el 4 de febrero. Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, declaró una emergencia nacional para la invocación de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA), por la cual le da facultad a un presidente de gestionar unilateralmente las importaciones durante una crisis. El argumento citado es la entrada de fentanilo y las drogas, así como la crisis migratoria.

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Estas medidas adoptadas por Trump fueron fuertemente cuestionadas por aliados tradicionales de Estados Unidos como por expertos económicos. Los aranceles podrían sumergir a Canadá y México en una recesión, aunque el país del sur puede seguir siendo competitivo a pesar del sobreprecio, especialmente con la depreciación del peso. También puede afectar negativamente el crecimiento de Estados Unidos, generar distorsiones en la cadena de suministro y producción de sectores clave, como el automovilístico, energético, y presionar al alza de precios. Lo citado último podría obligar a la Reserva Federal a mantener las tasas de interés elevadas por un periodo prolongado, como lo advirtió recientemente el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El primer ministro canadiense Justin Trudeau declaró que responderá de la misma forma, imponiendo aranceles del 25% sobre una lista de productos provenientes del país vecino, determinándose en un valor de 30,000 millones de dólares estadounidenses, a partir del 4 de febrero último. Asimismo, una segunda ola arancelaria afectará productos por un valor de 125,000 millones de dólares, esta será implementada tres semanas después, según lo informó Jaime Porras Ferreyra desde Montreal. “Canadá no tolerará un ataque de un país que se supone que es aliado y amigo”, señaló.

Por otro lado, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum señaló que no cederá ante las presiones del presidente estadounidense y buscará una negociación de iguales “Cuando negociamos con otras naciones, siempre con la frente en alto, nunca agachando la cabeza. Somos iguales con todas las naciones del mundo”, dijo. Además, instruyó al secretario de Economía, Marcelo Ebrard, para adoptar un “plan b” ante la guerra arancelaria, aunque no detalló las medidas específicas que tomará su Gobierno, informa Elías Camhají desde México.

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Sin embargo, en 2018, durante el primer gobierno de Trump, se impuso aranceles del 25% al acero y 10% al aluminio. En ese entonces el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, replicó con impuestos de 10% al 25% a materiales hechos de acero, carne de cerdo, variedades de quesos, manzanas, papas, arándanos, y bourbon estadounidense. Consecuentemente, tras negociaciones entre ambos países, el 7 de junio de 2019 se realizó un acuerdo de ambos para evitar dichos aranceles, incluyendo el compromiso por parte de México para aumentar la seguridad en sus fronteras y contener la crisis migratoria.

Por su parte, el Gobierno de China respondió a la guerra comercial abierta ocasionada por Estados Unidos. Pekín anunció que a partir del 10 de febrero gravará con cargas de entre 10% y 15% diversos bienes procedentes de Estados Unidos, como el gas, petróleo y maquinaria agrícola, asimismo impondrá restricciones a la exportación de metales imprescindibles para la fabricación de productos electrónicos, equipamiento militar y paneles solares. Además, abrió una investigación a Google por presunto monopolio.

El Gobierno de Xi Jinping mediante estas medidas intenta maximizar el impacto en EE. UU y minimizarlo en China, por lo que deja margen para la negociación y evita infringir un fuerte daño a su economía. El primer gobierno de Trump supuso el inicio de la ofensiva de Estados Unidos contra China, política que se amplió en el gobierno de Joe Biden. Durante este tiempo, el comercio entre ambos países ha ido mostrando un margen de reducción, aunque el superávit comercial chino sigue siendo descomunal, por lo que los nuevos gravámenes tendrán un impacto menor.

En la actualidad, mediante una llamada telefónica entre Trump y la presidenta de México se consensuó disminuir el tráfico de fentanilo, así como la migración a través de las fronteras por el lado del país mexicano, asimismo el país estadounidense se “comprometió” a abordar el tráfico de armas de alto poder.

En cuanto el lado canadiense, tuvo un acuerdo parecido donde se señaló que el país está implementando un plan fronterizo millonario para reforzar la frontera con tecnología, personal y helicópteros, mejorar la coordinación con los socios estadounidenses y el aumento de recursos para detener el flujo del fentanilo.

Siendo este el contexto actual de la política estadounidense, frente a China, Canadá, México y otros países, también por ahora, las declaraciones intervencionistas contra Panamá, Líbano, incluso frente a organismos internacionales de gran influencia mundial, como las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que es una institución federal de apoyo a proyectos de desarrollo en países extranjeros que necesitan, nos lleva a la reflexión de que las economías del mundo está bajo la influencia del poder económico de unos pocos países, que cuando toman decisiones, su efecto es de consideración, no solo respecto de los países destinatarios de sus decisiones políticas, sino dado el fenómeno de la globalización, dichos efectos repercuten en la gran mayoría de los países del orbe, sobre todo de aquellos cuyas economías están vinculadas de alguna forma a los tratados de libre comercio, acuerdos multilaterales, bilaterales, etc., lo que nos lleva a preocuparnos sobre los equilibrios que debería existir o las relaciones internacionales donde prime la justicia entre los pueblos, con ella el bienestar general del planeta, somo una comunidad, la humana, en una misma casa, el planeta tierra, queda forjar una fraternidad entre los seres humanos por nuestra condición de tal, así, evolucionar o seguir desarrollando siendo mejores seres humanos, que al final es la finalidad de la vida humana.

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