Un atentado contra la memoria: el caso del AGN

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Autora: Italo Vera
El AGN

En la actualidad, el Archivo General de la Nación (AGN) —una de las instituciones más importantes del Perú para la conservación del patrimonio documental— atraviesa una situación alarmante. Su sede ubicada en el Palacio de Justicia alberga un acervo invaluable: miles de documentos con casi 500 años de antigüedad. Son testigos silenciosos de nuestras luchas, nuestras heridas, nuestra identidad.

Asimismo, la historia que hay detrás de cada documento es importante para poder determinar de dónde venimos, cuál es nuestra historia y con ello poder encarar los desafíos que tenemos actualmente y lo que nos depara el futuro (Sanchez, 2017). A pesar de su gran importancia, el acervo documental que resguarda el AGN está siendo amenazado por un traslado abrupto, sin criterios técnicos ni transparencia, que pone en riesgo su integridad tanto física como simbólica, que actualmente viene siendo dilatado por una demanda realizada por un grupo de historiadores destacados.

El peligro no es menor. Estamos hablando de documentos antiquísimos, por lo que realizar un traslado a un local que no sea el definitivo, aunado a la ausencia de un inventario podría desencadenar pérdidas irreversibles. Sin embargo, lo que está en juego no es solo lo material, sino que también se pone en riesgo es la posibilidad misma de acceder a nuestra historia, de investigarla y de reinterpretarla. Ya lo dijo E Cioran (1998)“la historia es el producto de una raza en pie”.

Entonces ¿Qué nos dice como país que, mientras nos orgullecemos de nuestra gastronomía y hablamos de “valorizar nuestras raíces”, estemos dispuestos a arriesgar una parte primordial de nuestro pasado con tanta ligereza? ¿Qué clase de respeto por nuestra cultura proclamamos si no somos capaces de proteger nuestro acervo documental donde esa evidencia ha quedado registrada? Lo que está ocurriendo con el AGN es una contradicción escandalosa: por un lado el Estado está obligado a cuidar y preservar los documentos históricos, pero se atenta contra la memoria, al no tener un establecimiento propio para todo el acervo documental. Incluso, se pretende realizar un traslado sin un plan de estrategia, de cuidados, un inventario completo; se habla de identidad, pero se actúa desde el olvido.

Riesgo del traslado de los documentos del AGN

El asunto del traslado del acervo no ha sido tratado con la delicadeza que amerita su cuidado, no ha habido diálogo con expertos archivistas, historiadores, universidades o comunidades que se verían inexorablemente afectadas. Los documentos históricos son fuentes esenciales para toda persona que quiera conocer la historia, realizar trabajos, hacer trabajos de investigación, ergo, su cuidado debe ser especial.

Actualmente, el caso del AGN se viene suscitando en un entorno donde al parecer a la entidad que más le debe importar el cuidado del acervo documental, no lo tiene, el Ministerio de Cultura que debería estar presionando para que se realice la construcción de su sede definitiva no lo hace, sino que la solución que dio fue el traslado a un sótano de la Biblioteca Nacional del Perú en su sede de Abancay. El riesgo de este traslado ya fue advertido con el Informe N° 000007-2025-AGN/DC-UCR-MSC publicado en Infobae (Silva, 2025), mencionando que el lugar al cual realizaron la primera parte del traslado, cuenta con deficiencias que pondrían en riesgo los documentos; puesto que como se ha evidenciado en el informe el lugar no cuenta con un fácil acceso al repertorio de los documentos, hay presencia de humedad en las paredes -esto es un grave problema-, varias ruma de documentos y la falta de luz en el lugar.

Estas son situaciones que evidencian que el traslado se hace sin una preocupación por el acervo documental, evadiendo diversas preocupaciones por parte de historiadores e instituciones que velan por el cuidado y la seguridad de estos documentos. Instituciones como el CONCYTEC, la Academia Nacional de la Historia, se pronunciado sobre lo riesgoso de trasladar el acervo documental a un sitio que no cuente con las condiciones para su acopio, adicional a ello, también se pronunciaron sobre la imperiosa necesidad de comenzar con la construcción de un local definitivo.

Frente a esta amenaza, no podemos permanecer indiferentes. Defender el AGN no es solo un acto simbólico: es un derecho constitucional. Porque sin archivos no hay historia. Y sin historia, no hay futuro.

Fuentes