Ruanda: El genocidio perpetuado y olvidado internacionalmente

La palabra “genocidio” fue acuñada por Raphael Lemkin tras el Holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, fue el trágico episodio ocurrido en Ruanda en 1994 el que obligó a la comunidad internacional a aplicar esta definición en un tribunal penal. Los cuerpos flotaban en los ríos. El sonido de machetes cortando carne humana se mezclaba con los gritos de quienes, en vano, intentaban escapar. Entre abril y julio de aquel año más de 800,000 tutsis fueron exterminados en Ruanda mientras los organismos internacionales observaban con indiferencia. No fue solo una masacre: fue un genocidio deliberado, premeditado y, lo peor de todo, permitido por los intereses y la inacción de las potencias occidentales.

La implantación de una división colonial
Desde tiempos precoloniales, Ruanda fue habitada por dos grupos principales: los hutus (mayoría agrícola) y los tutsis (minoría ganadera asociada a la élite política). Sin embargo, estas distinciones no eran rígidas y estaban más relacionadas con la clase social que con la etnia. La llegada de los colonizadores europeos transformó radicalmente estas dinámicas sociales. (Mediavilla, 2024)
Desrosiers (2020), explica que durante la colonización alemana (1897-1916) y luego belga (1916-1962), las autoridades coloniales fueron las responsables de reforzar las divisiones entre hutus y tutsis. Los belgas, en particular, institucionalizaron la superioridad de los tutsis sobre los hutus, utilizando criterios físicos y económicos para clasificar a la población. En 1933, introdujeron tarjetas de identidad que clasificaban a las personas como hutu o tutsi, solidificando más las divisiones étnicas y creando una jerarquía social artificial.
Bélgica también transformó la economía ruandesa, orientándola hacia la producción de materias primas para la exportación. Esta dependencia económica favoreció la injerencia europea incluso después de la independencia, ya que las élites ruandesas siguieron dependiendo de acuerdos comerciales con sus antiguos colonizadores.
Tras la independencia en 1962, los hutus tomaron el control del gobierno y emprendieron políticas segregacionistas contra los tutsis, quienes fueron marginados de la vida política y económica. En 1973, Juvénal Habyarimana asumió el poder mediante un golpe de Estado y consolidó un régimen que reforzó la exclusión de los tutsis. A lo largo de la década de los 80 y 90, la situación se agravó con la guerra civil entre el gobierno y el Frente Patriótico Ruandés (FPR), una milicia encabezada por exiliados tutsis que buscaban recuperar sus derechos en el país
La indiferencia internacional durante el genocidio
Contrariamente a lo que afirma occidente, el genocidio de 1994 no fue un estallido espontáneo, sino el resultado de años de discurso de odio y preparación minuciosa por parte de sectores extremistas hutus. Cuando el avión del presidente Habyarimana fue derribado en circunstancias aún debatidas, en cuestión de horas, la radio y la prensa controladas por el gobierno instaron a la población hutu a exterminar a los tutsis, a quienes se acusaba de ser una amenaza para el país.
Con listas preelaboradas, armas distribuidas y un aparato estatal facilitando la violencia, los ataques comenzaron de inmediato. Vecinos mataron a vecinos, familias fueron masacradas y mujeres tutsis fueron sistemáticamente violadas como parte de una estrategia de limpieza étnica.
Como menciona Solange Caballero (2024), Estados Unidos y la ONU, influenciados por el fracaso de la intervención somalí en 1993, evitaron cualquier acción decisiva de manera cobarde. La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (UNAMIR), fue tan ineficiente que no pudo frenar la masacre, a pesar de las advertencias previas al estallido de la violencia.
A su vez ,Chafer, Cumming y van der Velde (2020), critican a Francia, pues esta brindó apoyo militar y diplomático al régimen hutu antes y durante el genocidio. Además, Francia tenía intereses económicos en la región, dado que muchas de sus empresas operaban en sectores clave como la minería en los países vecinos. Asimismo, Francia facilitó la huida de líderes hutus responsables del genocidio a través de la horrible “Operación Turquesa”, permitiendo que muchos perpetradores escaparan impunes.
La invisibilización política del genocidio

A pesar de la magnitud del genocidio, su reconocimiento y condena por parte de la comunidad internacional han sido tardíos y fragmentados. Diversos factores contribuyeron a esta invisibilización política:
- El interés geopolítico de las potencias: A diferencia de conflictos como los de los Balcanes, donde había intereses estratégicos más evidentes para Europa y Estados Unidos, Ruanda no representaba un punto clave para la geopolítica global. Su importancia económica, aunque significativa en términos de recursos naturales, no fue “suficiente” para movilizar una respuesta rápida de Occidente.
- El papel de los medios de comunicación: Durante el genocidio, las principales cadenas informativas occidentales evitaron catalogar la crisis como un genocidio en tiempo real. Estados Unidos y otros países utilizaron términos vagos como “conflicto étnico” para evitar la obligación legal de intervenir según la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948. (Andreeva, Drozhashchikh y Nelaeva; 2024)
- Las responsabilidades post-genocidio: Si bien el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR), procesó a algunos de los principales perpetradores, la impunidad sigue siendo un problema. Francia y Bélgica dieron asilo inescrupulosamente a los responsables de las masacres, alargando sus procesos judiciales. (TPIR, 1994)
- El silencio de la ONU y la comunidad internacional: Kofi Annan, quien en ese entonces dirigía el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU, admitió años después que la organización había fallado gravemente en su respuesta. Los informes previos al genocidio alertaban sobre una posible matanza masiva, pero fueron ignorados por el Consejo de Seguridad.
Reflexiones a tres décadas
A más de treinta años del genocidio, Ruanda ha logrado reconstruirse y ser un modelo de estabilidad en el continente africano. Bajo el liderazgo de Paul Kagame, el país ha impulsado un fuerte desarrollo económico y una reconciliación nacional, aunque con críticas a su autoritarismo y control político.
No obstante, esta masacre sigue siendo un recordatorio de cómo el legado colonial, la manipulación política y la indiferencia internacional pueden desembocar en un exterminio tan masivo.
Las lecciones de esta tragedia no solo deben ser recordadas y visibilizadas, sino que también deben servir como testimonio del cinismo geopolítico de las grandes potencias y de la hipocresía de un sistema internacional que, a pesar de sus discursos, sigue permitiendo atrocidades similares
Referencias:
- Andreeva, A., Drozhashchikh, N., Y Nelaeva, G. (2024). Atrocity reports as strategic narratives: discourses of genocide in Rwanda. Critical African Studies, 16(2), 219–235. Atrocity reports as strategic narratives: discourses of genocide in Rwanda (Link de la fuente)
- Chafer, T., Cumming, G., Y van der Velde, R. (2020). France’s interventions in Mali and the Sahel: A historical institutionalist perspective. Journal of Strategic Studies, 43(4), 482–507 France’s interventions in Mali and the Sahel: A historical institutionalist perspective (Link de la fuente)
- Desrosiers, M. (2020). “Making Do” with Soft Authoritarianism in Pre-Genocide Rwanda. Comparative Politics, 43(4), 557-579. “Making Do” with Soft Authoritarianism in Pre-Genocide Rwanda (Link de la fuente)
- Estatuto del Tribunal Internacional para Rwanda. 08 noviembre de 1994. Estatuto del Tribunal Internacional para Rwanda. 08 noviembre de 1994 (Link de la fuente)
- Mediavilla, M. (2024). Conmemorando 30 años del genocidio en Ruanda (1994-2024). Amnistía Internacional. Conmemorando 30 años del genocidio en Ruanda (1994-2024) (Link de la fuente)
- Solange Caballero, T. (2024). El papel de las Naciones Unidas frente al genocidio en Ruanda (1994-2002). Universidade Federal da Integração Latino-Americana. El papel de las Naciones Unidas frente al genocidio en Ruanda (1994-2002) (Link de la fuente)